Elegir el tamaño de aire acondicionado según el espacio de casa

Elegir bien el tamaño de tu aire acondicionado es clave para estar cómodo, evitar averías y no pagar de más en la factura. Te explicamos criterios prácticos para orientarte según el tipo de vivienda y estancia, sin fórmulas ni dimensionamientos profesionales.

Llega la primera ola de calor fuerte, enciendes el aire y notas que no refresca lo suficiente… o al revés, enfría tan rápido que termina apagándose y encendiéndose sin parar. En muchos casos, el problema no es la marca, sino que el equipo no tiene el tamaño adecuado de aire acondicionado para tu casa.

Elegir bien el equipo no va solo de mirar ofertas ni de fijarse en el diseño. Necesitas orientar la capacidad a tu salón, dormitorio o vivienda completa, sin quedarte corto ni pasarte. Aquí entra en juego algo clave: saber elegir aire acondicionado según el espacio, entendiendo qué influye realmente más allá de los metros cuadrados.

El objetivo de esta guía es ayudarte a tomar una decisión más segura, sin fórmulas complicadas ni lenguaje técnico innecesario. Verás en qué fijarte según el tipo de estancia, cómo influye la forma de tu vivienda, el aislamiento o la orientación, y qué problemas puedes evitar si aciertas con el tamaño desde el principio.

Con estas orientaciones podrás hablar con un instalador con más criterio, descartar opciones poco realistas y enfocar tu compra hacia un aire acondicionado que ofrezca confort, buen consumo y menos averías a medio plazo.

Qué significa elegir bien el tamaño del aire acondicionado

Cuando hablamos de elegir bien el tamaño del aire acondicionado, en realidad estamos hablando de su capacidad para enfriar (o calentar) un espacio concreto. No es solo una cuestión de que el aparato sea “grande” o “pequeño”, sino de que pueda responder de forma equilibrada a las necesidades reales de tu vivienda.

Es un tema a la vez técnico y muy doméstico. Técnico, porque detrás hay conceptos de energía, rendimiento y diseño. Doméstico, porque el resultado lo vas a notar en tu día a día: si tienes confort, si el equipo hace mucho ruido, si la factura se dispara o si el aparato parece que nunca llega a la temperatura marcada.

La intención aquí es ayudarte a orientarte para elegir un aire acondicionado según el espacio de tu casa, sin fórmulas ni cálculos complicados. No sustituye el trabajo de un profesional, pero sí te da criterio para entender mejor qué te están ofreciendo y qué tiene sentido en tu caso.

En climatización, la palabra capacidad se refiere a la cantidad de “trabajo de frío” que el equipo es capaz de aportar a una estancia. Es decir, cuánto puede contribuir a bajar la temperatura interior y mantenerla estable frente al calor que entra por paredes, ventanas, personas o electrodomésticos. Esa capacidad se expresa normalmente con valores técnicos, pero aquí nos quedaremos en la idea general.

Muchas personas confunden capacidad, potencia y tamaño comercial, y merece la pena distinguirlos. La potencia suele asociarse al consumo eléctrico del equipo, es decir, cuánta energía necesita para funcionar. La capacidad tiene más que ver con el resultado que obtienes: cuánto puede enfriar el equipo de forma efectiva. Y el “tamaño” comercial es lo que ves en catálogos: modelos “para salón”, “para dormitorio”, gamas pequeñas, medianas o grandes, que simplifican bastante la realidad.

Un error frecuente es fijarse solo en los m² de la habitación y en esa etiqueta comercial. Por ejemplo, ver que el salón tiene unos metros determinados y elegir directamente un aire “para X m²” sin mirar nada más. Esto es orientativo, pero suele quedarse corto o largo porque no tiene en cuenta cómo es realmente ese espacio.

Imagina dos habitaciones con la misma superficie: una es un dormitorio interior bien aislado, con una sola ventana pequeña; la otra es un salón con ventanal hasta el suelo orientado al oeste. Si eliges el mismo “tamaño” de equipo para ambas, en una puede ir perfecto y en la otra quedarse infradimensionado, trabajando al límite en las horas de más sol.

Por eso no basta con leer la etiqueta y fiarse solo de los metros cuadrados. Influyen la orientación, el aislamiento, la altura del techo, el uso de la estancia, las personas que suelen estar dentro y el calor extra que generan luces, ordenadores o una cocina abierta. Todos esos factores modifican la capacidad real que vas a necesitar.

También ocurre lo contrario: hay quien, por miedo a pasar calor, elige un equipo claramente sobredimensionado “por si acaso”. Piensa en un dormitorio pequeño donde se instala un aparato pensado para espacios mucho mayores. En teoría nunca faltará frío, pero en la práctica el equipo funcionará a trompicones, se encenderá y apagará muy rápido, y no controlará bien la humedad ni el confort. Además, pagas más de lo necesario y no aprovechas bien la eficiencia del sistema.

Un aire acondicionado infradimensionado, en cambio, se queda corto para el espacio. Le costará llegar a la temperatura deseada, especialmente en olas de calor, y probablemente funcionará casi sin parar. Eso supone más desgaste, peor sensación térmica y un impacto negativo en el consumo energético.

El equilibrio está en elegir un equipo que no se quede pequeño, pero que tampoco esté claramente sobredimensionado. Esa elección influye en todo: en el nivel de ruido, en la vida útil del aparato, en la frecuencia de averías y en lo que pagarás cada mes en tu factura. Incluso un equipo muy eficiente en ficha técnica puede tener un mal comportamiento real si su tamaño no encaja con el espacio.

Cuando te planteas qué aire comprar para tu casa, lo razonable es usar los m² solo como punto de partida. A partir de ahí, conviene valorar el tipo de estancia (salón, dormitorio, buhardilla), la zona climática donde vives, la calidad del aislamiento y el uso que le vas a dar. Con esto puedes tener una orientación razonable sobre el rango de capacidad que puede funcionar mejor, sin necesidad de hacer números.

Además, no hay que olvidar que el tamaño del equipo se relaciona con otros aspectos clave como el mantenimiento, el consumo energético, la eficiencia y el propio confort. Un aparato bien dimensionado y bien mantenido (limpieza de filtros, revisiones básicas) suele trabajar más relajado, con menos picos de esfuerzo y un rendimiento más estable.

En cambio, cuando el aparato es claramente sobredimensionado o infradimensionado, cualquier pequeña falta de mantenimiento se nota más: sube el consumo, baja la sensación de confort y aumentan las probabilidades de fallo. Por eso es tan importante acertar en este punto antes de comprar y no pensar solo en el precio o en la oferta del momento.

Por qué no daremos fórmulas ni cálculos

En esta guía no vamos a entrar en fórmulas ni valores numéricos concretos de capacidad. El objetivo es que tengas criterios claros para conversar con un instalador, comparar presupuestos y descartar opciones que claramente no encajan con tu vivienda.

Los cálculos detallados de potencia y capacidad requieren medir o estimar pérdidas de calor, tipos de cerramientos, puentes térmicos y otros datos técnicos que cambian mucho de una vivienda a otra. Eso es trabajo de un profesional de climatización, sobre todo en casas grandes, locales comerciales o situaciones más complejas.

Aquí nos centraremos en darte una visión general de cómo influye el espacio en el tamaño del aire acondicionado, qué problemas pueden aparecer si el equipo está sobredimensionado o infradimensionado y cómo esto se refleja en tu consumo energético, tu confort y la necesidad de mantenimiento. Con esa base, podrás tomar decisiones más informadas y saber cuándo merece la pena pedir un estudio más profesional.

Factores del espacio que influyen en el tamaño del aire acondicionado

Para entender cómo elegir el tamaño adecuado de aire acondicionado según el espacio, no basta con mirar los metros cuadrados del plano. El comportamiento térmico de una habitación depende también de su forma, orientación, altura y del uso real que haces de ella a lo largo del día.

Si te fijas en estos factores antes de comprar, podrás hacerte una idea mucho más realista de la capacidad que necesitas. No sustituye a un cálculo profesional, pero sí evita errores evidentes, como poner el mismo tipo de equipo en un salón soleado con techo alto que en un dormitorio interior pequeño.

La siguiente lista resume los aspectos clave del espacio que deberías valorar. El objetivo es que puedas revisar tu vivienda punto por punto y tener una referencia clara antes de decidirte por un modelo concreto de aire acondicionado.

  • Superficie y altura del techo: una sala grande y con techos altos contiene más volumen de aire que enfriar. Un mismo equipo puede ir sobrado en una habitación pequeña con techo estándar y quedarse corto en un espacio amplio donde el calor tiende a acumularse en la parte superior.
  • Orientación y horas de sol: las estancias orientadas al sur o al oeste suelen recibir más radiación solar directa. Cuantas más horas de sol reciba una fachada o un ventanal, mayor será la ganancia de calor y, por tanto, la capacidad de refrigeración que conviene considerar.
  • Tipo y calidad del aislamiento: paredes ligeras, techos sin aislamiento o huecos mal sellados hacen que el calor entre y salga con facilidad. En una vivienda bien aislada, un equipo moderado puede funcionar de forma eficiente; en una con aislamiento pobre, necesitarás un tamaño algo mayor para lograr el mismo confort.
  • Número y tamaño de ventanas: grandes ventanales sin protección solar actúan como una fuente de calor en verano. Cuantas más ventanas tengas, y cuanto más grandes sean, más importante será contar con una capacidad suficiente o con elementos de sombra (persianas, toldos, cortinas) que reduzcan la carga térmica.
  • Tipo de estancia: un dormitorio suele requerir menos capacidad que un salón o una cocina abierta, donde hay más actividad y más fuentes de calor. Las buhardillas y áticos, por su exposición y forma, suelen necesitar un tamaño de aire acondicionado más generoso que una habitación interior del mismo tamaño.
  • Número de personas habituales: cada persona aporta calor al ambiente, sobre todo en reuniones o espacios de trabajo en casa. Una sala en la que normalmente hay una persona no se dimensiona igual que un salón donde se reúnen cuatro o cinco personas casi a diario.
  • Equipos que generan calor: televisores grandes, ordenadores, consolas, hornos y otros electrodomésticos añaden carga térmica constante. Si tienes un despacho con varios equipos encendidos muchas horas o una cocina integrada en el salón, conviene prever una capacidad algo mayor.
  • Clima de la zona: no es lo mismo un clima suave que una zona con veranos muy calurosos, humedad alta u olas de calor frecuentes. En regiones extremas, el margen de seguridad en el tamaño del aire acondicionado suele ser algo mayor para asegurar que el equipo responda bien en los días más exigentes.
  • Cerramientos y puertas: un espacio abierto conectando salón, pasillo y cocina exige que el equipo «trabaje» sobre una superficie efectiva mayor. En cambio, en una vivienda muy compartimentada, cada habitación se aísla mejor al cerrar puertas, y la demanda de capacidad en cada estancia puede ser más contenida.
  • Distribución y forma de la estancia: habitaciones muy alargadas, con recovecos o con tabiques parciales pueden dificultar que el aire se reparta bien. En estos casos, el tamaño del equipo y la posición de la unidad interior influyen juntos en el confort real que vas a notar.

Al analizar estos puntos, puedes hacerte una idea bastante razonable del rango de tamaño de aire acondicionado que encaja mejor con tu vivienda, sin necesidad de fórmulas ni cálculos complejos. Aun así, conviene ser prudente: un equipo ligeramente sobredimensionado o infradimensionado puede traducirse en más consumo, menos confort y posibles problemas a medio plazo.

Lo ideal es usar estos factores como guía inicial para descartar opciones claramente inadecuadas y, a partir de ahí, contrastar tus conclusiones con las recomendaciones del fabricante o con el criterio de un profesional. Así reduces el riesgo de equivocarte y te acercas al equilibrio entre eficiencia, confort y vida útil del equipo.

Orientaciones generales de tamaño según tipo de estancia

Para ayudarte a elegir aire acondicionado según el espacio, es útil tener algunas referencias por tipo de estancia. No sustituyen un estudio profesional, pero sí te permiten ubicarte mejor y descartar opciones que no encajan.

Las orientaciones de la tabla se basan en el uso típico de cada habitación, en su tamaño aproximado y en cómo suelen estar construidas. Hablamos siempre de rangos generales de capacidad baja, media o alta, sin entrar en números ni cálculos, para que puedas comparar situaciones parecidas a la tuya sin complicarte.

Ten presente que estas indicaciones son un punto de partida. Después tendrás que ajustarlas teniendo en cuenta factores como el aislamiento, las ventanas, la orientación o el clima de tu zona, que ya hemos visto en la sección anterior.

Tipo de estancia Característica del espacio Orientación general de capacidad
Dormitorio pequeño Habitación individual o de matrimonio compacta, con buena persiana y ventanas razonables, normalmente bien cerrada por la noche. Suele bastar una capacidad baja, pensando en un funcionamiento suave y continuo para mantener confort sin excesos de frío ni ruido.
Dormitorio grande o suite Habitación amplia, a veces con vestidor o pequeño escritorio, más volumen de aire y más superficie de paredes. Conviene una capacidad baja-media, priorizando un equipo que regule bien a bajas revoluciones para no generar corrientes de aire incómodas.
Salón estándar Sala de estar de tamaño medio, independiente del resto, con uso frecuente y varias personas a la vez en momentos puntuales. Suele requerir una capacidad media, con un equipo de gama media pensado para espacios de uso diario y cierta variación de ocupación.
Salón con cocina abierta Espacio único donde se mezclan salón, comedor y cocina, con mayor volumen de aire y fuentes de calor por electrodomésticos. Suele ser recomendable una capacidad media-alta, con un equipo que soporte picos de carga térmica cuando se cocina o se reúne más gente.
Ático o buhardilla Espacio bajo cubierta, con techos inclinados, más exposición al sol y, a menudo, aislamiento mejorable. Suele necesitar una capacidad media-alta o alta, priorizando equipos que mantengan el confort incluso en días de mucho sol directo.
Espacios poco aislados Habitaciones con muchas ventanas, cerramientos antiguos, filtraciones de aire o grandes superficies de cristal sin protección solar. A menudo se requiere una capacidad más bien alta, aunque también conviene valorar mejoras de aislamiento para no depender solo del equipo.

Estas referencias te dan una visión rápida de cómo varía la capacidad necesaria según el tipo de estancia y su uso. No significan que todos los salones o todos los áticos necesiten el mismo tamaño de aire acondicionado, sino que comparten patrones parecidos de carga térmica.

Lo más importante es combinar la tabla con los factores del espacio que ya conoces: orientación, superficie útil, altura del techo, aislamiento, número de personas y presencia de fuentes de calor. Un salón estándar con buen aislamiento y poco sol directo puede funcionar bien con una capacidad media, mientras que otro igual de grande, pero con grandes ventanales al oeste y mala persiana, se acercará más a una capacidad media-alta.

Uno de los errores más frecuentes es elegir un equipo sobredimensionado «por si acaso». A primera vista parece una decisión prudente, pero muchas veces acaba generando incomodidad, consumos innecesarios y ciclos de encendido y apagado demasiado cortos. También es común lo contrario: pensar que un equipo pequeño será suficiente porque el espacio «no es tan grande», sin contar con que es un ático muy soleado o una estancia llena de aparatos que generan calor.

Utiliza la comparativa como una guía razonable, no como una regla rígida. Si dudas entre dos rangos de capacidad, revisa con calma las condiciones reales de tu vivienda y, ante la mínima complejidad (espacios abiertos, varias plantas, uso muy intensivo), es buena idea pedir orientación a un profesional que pueda valorar tu caso concreto. Así evitarás inversiones equivocadas y mejorarás tanto el confort como la eficiencia a largo plazo.

Riesgos de elegir un aire acondicionado demasiado grande o pequeño

Elegir el tamaño de aire acondicionado no es solo una cuestión de precio o marca. Un equipo mal dimensionado puede funcionar, pero lo hará lejos de su mejor rendimiento. Tanto un aparato sobredimensionado como uno infradimensionado generan problemas de confort, consumo y averías que pueden evitarse con una elección más equilibrada.

Cuando el aire acondicionado está sobredimensionado, es decir, es demasiado grande para el espacio, tiende a enfriar muy rápido el aire cercano al sensor. Esto provoca ciclos de encendido y apagado muy cortos. El equipo arranca, enfría de golpe, se detiene y, en pocos minutos, vuelve a encenderse. Este funcionamiento a “tirones” no solo es incómodo, también es perjudicial para el propio aparato.

Estos ciclos cortos hacen que el compresor y la electrónica trabajen a saltos, algo que acelera el desgaste. En lugar de mantener una potencia moderada y estable, el equipo pasa constantemente de “apagado” a “máxima marcha”. A la larga, esto aumenta la probabilidad de averías en componentes clave y acorta la vida útil del aire acondicionado.

Además, un equipo sobredimensionado suele ofrecer menor confort. Enfría muy deprisa el aire, pero no le da tiempo a controlar bien la humedad. El resultado típico es una sensación de “frío de golpe”, corrientes molestas y zonas de la habitación que quedan más frías que otras. Es habitual que los usuarios tengan que subir y bajar la temperatura constantemente porque nunca encuentran un punto estable.

Otro efecto negativo del sobredimensionamiento es el ruido. Un aparato grande, funcionando a alta potencia, suele generar más sonido de ventiladores y de paso de aire. Si además arranca y para muchas veces, ese ruido de encendido se repite una y otra vez. En dormitorios, despachos o salones donde se busca tranquilidad, esto se vuelve especialmente molesto.

En cuanto a la economía, un aire acondicionado sobredimensionado implica un mayor coste inicial, porque se paga por una capacidad que realmente no se aprovecha. A esto se suma un consumo poco eficiente. Aunque pueda parecer que “enfría rápido y ya está”, los arranques frecuentes y el trabajo lejos de su punto óptimo hacen que la factura eléctrica suba sin necesidad.

En el extremo contrario está el equipo infradimensionado, demasiado pequeño para la estancia. En este caso, el problema principal es que el aparato no alcanza la temperatura de confort en las horas más exigentes. Puede que funcione bien a primera hora del día, pero cuando aprieta el calor, sencillamente no da abasto.

Un aire acondicionado infradimensionado suele trabajar casi de forma continua. Apenas se detiene porque siempre “le falta un poco” para llegar a la temperatura marcada en el termostato. Ese funcionamiento constante se traduce en más desgaste del compresor y del ventilador, y en un consumo de energía más alto de lo que cabría esperar para un equipo pequeño.

En situaciones de olas de calor o habitaciones muy expuestas al sol, un equipo infradimensionado provoca lo que muchos usuarios describen como “estrés térmico”: el aparato está encendido todo el día, se oye trabajar sin parar, pero en la habitación sigue haciendo calor. Esta sensación de no llegar nunca al confort genera frustración y hace que se duden de la marca o del instalador, cuando en realidad el problema es de tamaño.

Este tipo de sobrefuerzo continuo también afecta a la fiabilidad del equipo. Al trabajar al límite durante muchas horas, se incrementa la temperatura interna de componentes y se acelera su deterioro. Con el tiempo, aparecen fallos prematuros, pequeñas fugas, problemas de rendimiento y necesidad de intervenciones técnicas más frecuentes.

Impacto en el consumo y la factura

El tamaño del aire acondicionado influye directamente en la eficiencia real del sistema y, por tanto, en la factura de luz. Un equipo adecuado al espacio puede funcionar de forma estable, con ciclos razonables y aprovechando bien su modo eco o sus programas de regulación automática. En cambio, un aparato demasiado grande o demasiado pequeño se aleja de ese punto óptimo.

En un equipo sobredimensionado, los ciclos cortos hacen que el compresor arranque muchas veces. Cada arranque tiene un pico de consumo que, repetido a lo largo del día, suma kilovatios innecesarios. Además, como el confort no es estable, el usuario suele ajustar el mando con cambios bruscos de temperatura o modos de trabajo más intensos, lo que incrementa aún más el gasto.

En un equipo infradimensionado, el problema es el contrario: funciona tantas horas seguidas que, aunque consuma menos por hora que un aparato grande, al final del día puede gastar igual o incluso más. Y lo hace sin ofrecer un confort adecuado. Es decir, se paga mucho por un resultado mediocre, algo que se nota en especial en los meses de mayor uso.

También hay que tener en cuenta que el tamaño elegido condiciona el aprovechamiento de otras medidas de ahorro. Por ejemplo, un equipo bien dimensionado responde mejor a un uso correcto de los modos de funcionamiento (auto, noche, deshumidificación). Si además se hace un buen mantenimiento, limpiando filtros con regularidad y revisando el estado general del sistema, la eficiencia se mantiene alta durante más años.

En cambio, si el aparato está mal dimensionado, ni el mejor mantenimiento puede compensar del todo ese error de base. Podremos mejorar su rendimiento, pero siempre trabajará con cierta desventaja frente a un equipo cuyo tamaño está ajustado al espacio.

Por todo ello, la elección correcta del tamaño del aire acondicionado es una parte clave para proteger la inversión, alargar la vida útil del equipo y prevenir averías. Un aparato bien dimensionado sufre menos, necesita menos reparaciones y mantiene su nivel de confort con un consumo razonable. Desde la perspectiva de un servicio técnico, muchos problemas que vemos a diario se podrían evitar simplemente habiendo elegido, desde el principio, una capacidad más adecuada al espacio y al uso real de la vivienda.

Cómo adaptar el tamaño del aire acondicionado al tipo de vivienda

Adaptar el tamaño del aire acondicionado al tipo de vivienda significa fijarse en cómo se usa cada espacio, cuánto se calienta y qué sistema de climatización tienes o planeas instalar. No vas a hacer cálculos, pero sí puedes seguir ciertos patrones que ayudan a no quedarte corto ni pasarte con la capacidad.

En un piso pequeño bien aislado, las pérdidas de frío suelen ser bajas. Si las ventanas cierran bien y apenas entra sol directo, normalmente basta con una capacidad moderada. En estos casos, un aire acondicionado split en el salón o pasillo puede cubrir buena parte de la vivienda, siempre que las puertas se mantengan abiertas cuando quieras repartir el aire. La clave está en no sobredimensionar solo “por si acaso”, porque el equipo podría trabajar de forma menos eficiente.

En una vivienda familiar con salón grande, el salón suele concentrar reuniones, televisión y, a veces, zona de estudio o juego. Aquí el “patrón” habitual es que el salón necesite una capacidad mayor que los dormitorios, ya que se suman más personas y más fuentes de calor. Si cuentas con un sistema multisplit, el tamaño total se reparte entre varias unidades interiores, y conviene que el salón reciba la parte más generosa de capacidad, dejando capacidades más contenidas para las habitaciones donde buscas descanso y silencio.

En un ático o buhardilla con mucha exposición solar, el techo y las fachadas reciben mucho más sol directo. Aunque la superficie no sea enorme, el calor acumulado puede ser alto y constante. En estos casos, el patrón habitual es considerar una capacidad algo superior a la que escogerías para un piso intermedio con el mismo tamaño. También conviene valorar mejoras de aislamiento y protección solar (persianas, toldos, láminas en cristales) antes de decidir el tamaño, porque reducir la entrada de calor puede permitirte elegir un equipo más equilibrado y eficiente.

En una casa en planta baja o adosado, el comportamiento térmico cambia según cuántas fachadas dan al exterior y cómo se reparte la vivienda. Si utilizas un sistema de aire acondicionado por conductos, el tamaño global del equipo debe pensarse en función del conjunto de la vivienda, y luego se reparte el flujo de aire por zonas. Las estancias más expuestas al sol o con peores cerramientos suelen necesitar más caudal de aire, mientras que zonas interiores o frescas pueden funcionar bien con una aportación moderada. No se trata de subir el tamaño de todo el sistema sin más, sino de equilibrar capacidades y rejillas según el uso real.

También hay que considerar situaciones similares que se salen de la vivienda principal de uso diario. Por ejemplo, segundas residencias que solo se usan en vacaciones, habitaciones que casi siempre están vacías o espacios que se calientan mucho más que el resto (un despacho con ordenadores, una sala con muchos equipos electrónicos, una buhardilla habilitada como zona de ocio). En estos casos, puede ser más práctico pensar en equipos independientes de menor tamaño, o en unidades multisplit que permitan regular de forma diferente cada zona, en lugar de sobredimensionar un solo aparato central.

Sea cual sea el tipo de vivienda, el objetivo es que el tamaño del aire acondicionado vaya de la mano del uso real de cada espacio. Un split único puede tener sentido en pisos compactos; un sistema por conductos encaja mejor cuando quieres una climatización más homogénea; y un multisplit ofrece flexibilidad cuando hay estancias con necesidades muy distintas. En todos los casos, la capacidad se “reparte” mentalmente por zonas: zonas de día más exigentes, zonas de noche más estables, espacios puntuales de alto calor.

Como decisión previa a la compra, es recomendable consultar a un profesional de climatización para afinar estos patrones según tu vivienda concreta, el clima de tu zona y tus hábitos. También merece la pena valorar pequeñas mejoras de aislamiento y de control solar, porque un buen envolvente reduce la necesidad de capacidad extra. Finalmente, un buen mantenimiento del equipo, con filtros limpios y revisiones periódicas, ayuda a que el tamaño elegido rinda de verdad como se espera y evites problemas de consumo, ruido o falta de confort a medio plazo.

Alberto Méndez
Alberto Méndez

Soy Alberto Méndez, técnico en climatización con más de 15 años de experiencia en instalación, mantenimiento y reparación de sistemas de aire acondicionado. A lo largo de mi trayectoria he trabajado con equipos split, por conductos, cassette, VRF/VRV, aerotermia y sistemas centralizados, tanto en viviendas como en comercios y pequeñas industrias. Esa variedad me ha permitido conocer a fondo los fallos más habituales, las particularidades de cada tecnología y las mejores prácticas para mantener los equipos en perfecto estado.

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